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EL ECUMENISMO DESDE LA PERSPECTIVA CATÓLICA: UNA APROXIMACIÓN DESDE EL CARDENAL WALTER KASPER
DOSSIER
EL ECUMENISMO DESDE LA PERSPECTIVA CATÓLICA: UNA APROXIMACIÓN DESDE EL CARDENAL WALTER KASPER
Msc. Bertha Elena Fuenmayor Torres
A modo de introducción
El presente artículo, pretende realizar un estudio documental del movimiento ecuménico y las circunstancias que rodearon su aparición en el mundo católico a través de la mirada teológica de Walter Kasper, en este sentido, se precisó realizar un acercamiento conceptual al ecumenismo y luego abordar brevemente la historia de la Iglesia cristiana, lo cual resultó en un acercamiento a los procesos y divisiones del cristianismo, lo que consecuentemente generó en el desarrollo de la dimensión histórica del movimiento ecuménico desde la realidad de la Iglesia católica.
En igual forma, se trabajaron las características del ecumenismo, así como sus fundamentos y perspectivas. Para luego abordar la base magisterial que explica la trama del ecumenismo y como se entiende dentro de la Iglesia Católica, para ellos se analizaron los aportes de emblemáticos de teólogos católicos del movimiento ecuménico y testigos expertos del Concilio Vaticano II, como lo son el dominico francés Yves Congar, así como el teólogo Hans Kung, ambos sacerdotes católicos que han marcado pauta dentro de la Iglesia. Asimismo, se realizó un brevísimo análisis de las posiciones de los Papas de la segunda mitad del siglo XX hasta nuestros días, en relación a este tema.
En este tenor, se hizo un recorrido desde el magisterio universal hasta el regional haciendo un paneo histórico de los diferentes documentos emitidos por el CELAN en sus cinco asambleas, sobre el ecumenismo en la región y como ha sido su recepción desde el concilio Vaticano II hasta nuestros días, y de allí al magisterio local con el planteamiento sobre ecumenismo que hace el concilio Plenario de Venezuela, en el Documento Nº15. Finalmente se pretendió desarrollar la perspectiva teológica del pensamiento del Cardenal Walter Kasper en relación al ecumenismo, con énfasis en su concepción del Ecumenismo de Vida.
Camino metodológico: un excurso necesario
Para el progreso de este escrito se planteó la necesidad de incorporar dentro de la estructura del recorrido metodológico, la naturaleza de la teología, pues era evidente que la misma debía ejecutarse sobre la base de un método propio, puesto que la teología no puede insertarse en el campo de las ciencias naturales ni en el de las ciencias sociales, considerando su naturaleza y dinámica, que precisa teorizar, a nivel académico, la experiencia del teólogo investigador. Por ello, en relación a la metodología teológica, este artículo asumió algunas consideraciones planteadas por el teólogo brasilero Boff (1998) quien establece en este sentido:
1.- La metodología teológica no se ocupa directamente del contenido de la teología (teorías), sino de su forma, su proceso y su práctica. No enseña teologías hechas sino enseña a hacer teología.2. La metodología teológica pone en juego: los elementos articuladores de la teología (diccionario); y las reglas para articular esos elementos (gramática).3. Son varios los elementos articuladores de la teología, entre ellos, podemos destacar: la fe, la Escritura, la práctica, el magisterio, el lenguaje y la razón. 4.- Respecto a las reglas de articulación de la teología, éstas deberán establecer la combinación de los elementos articuladores dentro del proceso teológico según sus etapas, que fundamentalmente son las siguientes: escucha de los testimonios de la fe; profundización racional de esos testimonios; y actualización en nuestro contexto histórico. (p.11).
Por tal motivo al abordar esta indagación, se trató de buscar los elementos articuladores, y sus correspondientes normas, que le fuesen propias a la teología, a fin de obtener resultados reales, para lo cual se usaron como fuentes para hacer teología; la Fe, las Sagradas Escrituras, la Tradición, el Magisterio y la Razón. Considerando, que el propósito de tender esta pesquisa, estuvo enmarcado en la búsqueda del sentido ecuménico y con ello dar respuesta a la necesidad de encuentro y dialogo, requeridos para superar las mentalidades de confrontación de los siglos pasados y adentrarnos en las posturas de entendimiento y amor fraternal que sustenta la verdad del cristianismo, y todo ello conscientes de la libertad para la cual nos liberó Jesucristo.
Cultura ecuménica de las comunidades cristianas
En un primer momento, se abordaron los supuestos ontológicos, es decir, la naturaleza de la realidad investigada, desde la visión de mundo de la investigadora, pues en ella subyace el proceso investigativo, la percepción de la realidad. Esto deviene en la contextualización de la realidad encontrada y que permitió al investigador conectarse desde lo intersubjetivo y establecer los ejes teleológicos que revelan la intención de la investigación. En tal sentido, se pudo evidenciar la poca o ninguna cultura ecuménica de las comunidades cristianas que hacen vida en Venezuela, específicamente en el ámbito católico, aunque tampoco se evidenció algún tipo de interés, conocimiento o aceptación en el ámbito de las iglesias protestantes reformadas, llamadas evangélicas y/o pentecostales, situación muy diferente en el contexto de las Iglesias históricas protestantes y ortodoxas. De igual forma, se comprobó el poco interés que el tema del ecumenismo ha despertado a nivel de las jerarquías de las propias Iglesias o comunidades cristianas, y entre el pueblo fiel en Venezuela.
Ahora bien, en la actual situación del país, sumergido en la más terrible crisis política, económica y social de los últimos cien años, que ha generado la mayor conflictividad, división y polarización en la nación a lo largo de toda su historia; el ecumenismo se presenta como un excelente espacio de encuentro, especialmente entre las diferentes Iglesias y comunidades cristianas, pudiendo, incluso plantearse como una herramienta de encuentro y reconciliación, que tendría una repercusión efectiva al establecerse desde la perspectiva pastoral, como un movimiento donde el encuentro, el dialogo teológico y la cooperación en iniciativas sociales propiciadas por las comunidades cristianas, se planteen como modelaje u hoja de ruta para la convivencia y la unión que solicita el país.
A partir de estas líneas, se pretende comprender desde el ámbito católico al ecumenismo, como “movimiento ecuménico”, expresión que fue definida en el Concilio Vaticano II como las “actividades y obras nacidas u ordenadas a favorecer la unidad de los cristianos, de acuerdo con las diversas necesidades de la Iglesia y las posibilidades de los tiempos”. Para lo cual se buscó apoyo en los aportes y en la perspectiva del Cardenal Walter Kasper, y desde esta visión plantear una propuesta pastoral para la Venezuela de hoy, desarrollando con ello aspectos prácticos y contextualizados del ecumenismo.
En este tenor, el movimiento ecuménico en la Iglesia Católica, a nivel teológico ha venido planteándose desde la década de los años treinta, y con mayor determinación en la segunda mitad de la década de 1950, con la visión y aportes dados por teólogos, como el dominico francés Yves Congar y Hans Küng, quienes antes, durante y después de la realización del Concilio Vaticano II, tuvieron una determinante participación en este sentido. Así como por las posturas oficiales del cardenal Walter Kasper en su condición de presidente emérito del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos.
Asimismo, se tomó como base para la comprensión de la realidad abordada, las dimensiones del diálogo ecuménico, presentadas por el teólogo Kasper, quien planteaba que en el decreto conciliar sobre el Ecumenismo, se establecían tres dimensiones; sobre ello se indica como la primera dimensión, el denominado dialogo teológico académico, en el cual los expertos y teóricos disertan sobre las diferentes convicciones de fe de cada una de sus confesiones, o de las diversas Iglesias, con el propósito de esclarecer las características de cada una, para con ello lograr conocerse y comprenderse mutuamente.
De esta forma, se constituye una segunda dimensión, la colaboración práctica, representada por largo tiempo, en la oración en común, lo que para Kasper (2014), constituye el corazón del movimiento ecuménico, ya que tiene un efecto o implicancia en la vida entera de la Iglesia y de los propios fieles. Finalmente, como tercera dimensión el decreto señala la renovación y la reforma de nuestra propia Iglesia, en la búsqueda de una mayor perfección, con el objetivo de que se convierta en “signo auténtico y testigo del Evangelio” (Ibídem p.140) y en invitación a otros creyentes. “Por ello, se plantea que para que exista ecumenismo es necesario la conversión a nivel personal (ad intra) y la renovación a nivel de Iglesia, institucionalmente hablando, (ad extra)” (p.140).
Por lo cual, y sobre la base de lo ya señalado, la comunión plena no se alcanzará sólo con el mutuo acercamiento o conocimiento, si no que requiere de manera perentoria la conversión de corazón, entendiendo que esto solo se logra por la gracia de Dios, en tal sentido el mismo autor plantea “No somos nosotros quienes hacemos y creamos la unidad. La unidad de la Iglesia es un don de Dios que se nos ha prometido solemnemente”. (p.140).
El diálogo ecuménico
En cuanto a la estructura del diálogo ecuménico Kasper (2014), plantea que dicho dialogo como un proceso que debe darse a todo nivel, pero “esencialmente debe empezar en lo personal, en lo familiar cuando así lo amerite y a nivel local, en las comunidades eclesiales, en los institutos académicos, en las diócesis para luego desde esta configuración individual abarcar lo universal” (p.141). Para ello es de vital importancia desde la perspectiva católica manejar el Directorio para la aplicación de los principios y normas sobre el ecumenismo, del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos. Cuya implementación sería de utilidad práctica y eficiente en dicho proceso de aprendizaje ecuménico.
De igual forma, y para una adecuada comprensión del ecumenismo desde la perspectiva católica, es necesario el abordaje del Magisterio y la teología contenida en dichas enseñanzas que sustentan este tema, por lo cual se analizó la visión desde lo local con el Concilio Plenario de Venezuela, que fue el primero que se registró en los quinientos años de vida de la Iglesia en Venezuela, su sentido y finalidad fue el trazar un conjunto de orientaciones y normas que ayudarán a concretar la Nueva Evangelización que la Iglesia Católica había emprendiendo y buscaba desarrollar. Para lo cual estuvo muy atenta a la escucha de la palabra, para así cumplir más fiel, coherente y de manera orgánica su misión en la realidad de la nación.
En dicho Concilio Plenario fueron aprobados dieciséis documentos: entre los cuales se encuentran los Documentos N° 15 sobre Ecumenismo y Diálogo Interreligioso; y el documento N°16 referente a La Iglesia ante las sectas y otros movimientos religiosos. En términos generales todos los documentos siguieron la metodología del Ver-Juzgar-Actuar, de modo que en la tercera parte (“Actuar”) se contienen las orientaciones y normas pastorales del Concilio. En el mencionado documento Nº15 se planteó que en Venezuela, junto con la Iglesia Católica, hay una importante presencia de otras Iglesias históricas, como resultado de la inmigración, que es casi una constante en la historia de América, y en particular Venezuela, en donde se recibió gran cantidad de inmigrantes muchos de los cuales junto con sus descendientes pertenecían a Iglesias históricas, ya sean a la Iglesia Católica, tanto de Rito Latino como de los distintos Ritos Orientales, a las Iglesias Ortodoxas y las Occidentales no Católicas, tales como la Luterana, Anglicana, Reformadas, Evangélicas.
De igual manera dicho concilio plantea la necesidad de entablar dialogo con otras comunidades cristianas, por tanto, nos recuerda el documento que:
También es necesario plantear el diálogo con las comunidades del evangelismo no histórico, que ha ido evolucionando y abriéndose poco a poco a un diálogo con la Iglesia Católica. Tiene su origen en grupos escindidos o independientes derivados del protestantismo y nos ha llegado a partir de finales del Siglo XIX, directamente desde los EE.UU. o también indirectamente a través de otros países latinoamericanos. El evangelismo no histórico es comúnmente conocido como “Iglesias Evangélicas. (N°4).
Parte del documento N°15, reconoce la realidad del pluralismo de la fe en Venezuela, y establece las orientaciones con respecto a las Iglesias y comunidades eclesiales, siguiendo las directrices que a tal efecto se establecieron en el Concilio Vaticano II, en su Decreto sobre Ecumenismo y en las Encíclicas y demás Decretos establecidos al efecto.
Ahora bien, dentro de esta investigación con enfoque documental, y específicamente dentro de la obra de Walter Kasper, se pudo comprender un tipo de ecumenismo concreto como opción teológica, y es el denominado ecumenismo de vida.
El tema del movimiento ecuménico lo plantea Walter Kasper (2014), como una opción
definitiva de la Iglesia Católica desde el Concilio Vaticano II, por ello afirma el autor, que “El Papa Juan Pablo II calificó esta decisión reiteradas veces de irrevocable e irreversible; y ello, desde los primeros días hasta los últimos meses de su pontificado.” (p.273). Para la Iglesia Católica, ésta no es una estrategia de política eclesiástica. Sino por el contrario, indica Kasper (2014) “La Iglesia Católica considera que esta decisión la compromete con la clara e inequívoca voluntad de Jesús, con su testamento de que todos seamos uno…” (Jn 17,21). Para el autor el movimiento ecuménico, lejos de ser una iniciativa humana y llena de buenas intenciones en el ámbito sociológico, o incluso como reflejo del deseo sincero de la humanidad por transformar las realidades temporales; Este movimiento es “…una obra y un fruto del Espíritu Santo y a la vez una respuesta a los signos de los tiempos.” (p.273). En un momento histórico caracterizado por grandes conflictos, la Iglesia, no sólo desea ser, sino está llamada “…a ser signo e instrumento de la unidad, de la reconciliación…” (p.273), ya que el objetivo del ecumenismo es la unidad visible, la plena comunión eclesial, que cabe destacar no pretende “…una Iglesia unitaria uniforme, sino que deja espacio para la legítima diversidad de dones del Espíritu, tradiciones, espiritualidades y culturas…” (p.273).
El controvertido movimiento ecuménico
Para el autor, Walter Kasper, ciertamente el camino que ha tenido que emprender el movimiento ecuménico ha sido tortuoso, difícil y controvertido, pero a pesar de ello se ha logrado alcanzar algunas metas, aunque no todas. Para el autor más allá de los documentos y declaraciones en el ámbito ecuménico, a los cuales no se les puede despojar de su importancia, el verdadero fruto del movimiento ecuménico “… es la redescubierta fraternidad de todos los cristianos…” (p.274). Dejamos de ser adversarios, para comprender y ser conscientes de que los que nos une es mayor a las diferencias que nos pueden separar.
Es por ello que el aporte central en materia del ecumenismo, que Kasper brinda a la teología, a parte del ecumenismo en la verdad y del ecumenismo en la caridad, es en mayor medida el ecumenismo de la vida. Para Kasper (2014) “…Debemos vivir y colmar de vida el grado de comunión que, gracias a Dios, entretanto hemos alcanzado. Las Iglesias no solo se han alejado unas de otras a causa de discusiones teológicas, sino que se han distanciado también existencialmente.” (p.284).
Ciertamente los esfuerzos ecuménicos hasta ahora no han sido recibidos de manera
generalizada, ni han penetrado realmente en el sustrato vivencial y en la conciencia de las Iglesias. Por el contrario, siguen siendo un tema poco analizado y tomado en cuenta en nuestras Iglesias, por lo cual es perentorio dedicar voluntad, tiempo y esfuerzos en la formación ecuménica. “…la ignorancia y el indiferentismo no pueden ser criterios de la acción eclesial…” (p.282).
Realmente todos los cristianos estamos llamados a realizar un ecumenismo de la vida, lo que para Kasper (2014) implica:
…una lectura de la Sagrada Escritura en común, conocimiento recíproco, intercambio de experiencias espirituales, cooperación en el ámbito del compromiso caritativo y social, en la ayuda al desarrollo, en la protección de la vida y del medio ambiente, en el trabajo de opinión pública, en la teología, etc. Aquí no se solicita solo la participación de Obispos y teólogos, sino la de todos los cristianos. En este terreno, todos somos expertos, cada cual a su manera. (p.282).
En este sentido el ecumenismo espiritual es fundamental, porque aun cuando todos estamos llamados a trabajar en pro del diálogo y el encuentro entre los cristianos a fin de alcanzar la unidad visible de la Iglesia, esto no se puede lograr sin la acción del Espíritu Santo, ya que dicha unidad es un don del Espíritu. Desde esta perspectiva espiritual es donde el ecumenismo deja de ser solo una empresa laboriosa que requiere mucha paciencia, y se convierte en un ecumenismo que infunde alegría, esperanza, confianza.
Consideraciones finales
El ecumenismo representa una de las contribuciones esenciales a la Iglesia del futuro, a fin de lograr una Iglesia que sea signo e instrumento de reconciliación, paz y unidad entre naciones y civilizaciones que se hallan en conflicto unas con otras. Ser sacramento del diálogo entre Dios y el hombre, así como entre unos seres humanos y otros, no solo forma parte de la esencia y misión de la Iglesia en el futuro, sino que es la realidad de la actual nueva fase de la peregrinación ecuménica en el encuentro con las nuevas comunidades cristianas, que se entienden a sí mismas como efusión del Espíritu.
Por ello, la indagación realizada plantea, ante la realidad que se encuentra sumergido el país, al ecumenismo como una oportunidad para las comunidades cristianas en Venezuela, de presentar modelos de convivencia viables y posibles, por medio del encuentro, del dialogo y del discernimiento, a fin de trabajar en función de buscar una solución a esta crisis social, moral e incluso humanitaria que por su complejidad, dificulta un proceso reflexivo profundo que logre convocar a todos, tanto actores políticos, religiosos y sociales, como a la población en general, para participar en un proceso de autocorrección.
En virtud de lo cual, ante esta situación de división y desencuentros en Venezuela, surge la necesidad de crear espacios de diálogo en los que se trabaje en función de la civilidad, como una posibilidad para superar los muros del desencuentro no sólo a nivel religioso, sino en ámbitos tan determinantes como lo son lo político, económico o social, que han generado enfrentamientos, y que impiden participar en la toma de medidas coherentes para la superación de la situación de conflictividad actual.
Referencias:
Boff, L. (1998). Iglesia, Carisma y Poder. España: Sal Terrae.
Concilio Plenario de Venezuela, Documento Nº15.
Concilio Vaticano II, Decreto Unitatis Reditegratio.
Kasper, Walter, (2014). Camino hacia la unidad de los cristianos. Escritos Ecuménico I. SalTerrae. Presencia Teológica.