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DIALOGANDO CON JOCHEN STREITER
ENTREVISTA
DIALOGANDO CON JOCHEN STREITER
En 1979 el pastor Streiter llega a Venezuela para trabajar durante un año como vicario en la Congregación Luterana de habla alemana en Caracas. Entre sus diversos aportes al mundo ecuménico venezolano, Jochen Streiter se vincula a Acción Ecuménica, donde se desempañará como Coordinador General durante 14 años y desde donde desarrolló una diversidad de proyectos sociales y formativos, incluyendo la creación de la revista Presencia Ecuménica en 1985.
Regresa a su país natal en 1994 para ejercer como pastor en la comunidad evangélica de Unterbarmen Süd, en Wuppertal, por más de 20 años, donde finalmente se jubila. El pastor Streiter, en sus largos años de servicio promovió una interpretación contemporánea del cristianismo y, por supuesto, en sus sermones, caracterizados por una teología ecuménica no dogmática que motivó a la iglesia a repensar la fe para el compromiso y la acción.
Jochen, ¿Podrías compartirnos cómo es que un pastor de origen alemán, como
es tu caso, llega a Venezuela y específicamente a Acción Ecuménica?
En 1979 llegué a Venezuela para trabajar durante un año como vicario en la Congregación Luterana de habla alemana en Caracas. El motivo era mi interés en América Latina, tanto en los aspectos político-sociales como los eclesiales-teológicos. Ya había aprendido algo de español e intenté hacer contactos fuera de la colonia alemana. Llegué a conocer a personalidades del grupo fundador de Acción Ecuménica (AECU). Me gustó mucho la idea de iniciar proyectos de inspiración ecuménica en un contexto tan especial como el venezolano. Me afilié y participé en varias reuniones. Me di cuenta que se presentaron grandes dificultades en la implementación de una obra estable y eficaz. Un día los compañeros y compañeras me preguntaron si me gustaría quedarme en Venezuela por un tiempo adicional para ayudar a que los proyectos despegaran. Por un lado, existieron algunas actividades en el campo ecuménico-teológico y por el otro, iniciativas en el área social y de desarrollo.
Al culminar mi compromiso con la Iglesia Luterana, regresé a Alemania para completar mi vicariato y recibir la ordenación pastoral. Con el apoyo financiero de mi Iglesia Evangélica en Renania obtuve una beca de la organización “Frontier Internship in Mission” (Ginebra) para regresar a Venezuela por dos años y medio. Cuando llegué, Acción Ecuménica se encontraba en una crisis existencial. Fuimos entonces un grupo pequeño de personas comprometidas que logramos superar estas dificultades y salir a flote. Las relaciones con la congregación luterana alemana en Caracas y con la Iglesia Evangélica Luterana en Venezuela (IELV) siempre han sido muy estrechas y, que yo sepa, todavía lo son. Además, hubo una participación activa por parte de religiosos católicos que trabajaron con nosotros en el Comité Ejecutivo y en otros lugares. Admiré la excelente formación y la disciplina de estas personas y mantuvimos la amistad, incluso, después de haber salido de AECU.
Acción Ecuménica se aproxima a sus 50 años, ¿qué significa para usted, como uno de los principales protagonistas, que una institución de esta naturaleza tenga ya casi medio siglo? ¿Cómo valora la trayectoria de esta institución?
Es realmente un milagro. Creo que meterse en áreas de trabajo como los de Acción Ecuménica es riesgoso. Hay que tener paciencia e insistencia. En todos los proyectos hemos cometido errores y experimentado retrocesos. Un gran paso hacia adelante seguramente ha sido la adquisición y remodelación de la casa en La Pastora en 1985/86. Desde entonces, Acción Ecuménica cuenta con su propia sede y ha podido implementar allí el Centro de Salud Integral. Nos ayudó en esto la experiencia que habíamos ganado previamente en un proyecto social en Catia-Caracas. Junto con la iglesia luterana local habíamos establecido un centro de salud. También nuestra oficina se encontraba desde los inicios allí. En La Pastora ya había suficiente espacio para oficinas, salas de reuniones, la biblioteca teológica y – en su época – para nuestra imprenta. Más tarde, incluso se amplió el Centro con la adquisición de dos casas vecinas.
Muchos amigos en Venezuela y en el exterior nos han apoyado. Sin esta solidaridad ecuménica no hubiera sido posible alcanzar tan felizmente nuestras metas. Otro elemento que en retrospectiva me parece importante es el hecho de que el grupo de miembros de AECU no creció tanto. Muy cuidadosamente se buscaron los integrantes del Comité Ejecutivo. Básicamente y eran personas oriundas de las iglesias luteranas y Católica Romana. Poco a poco esto se fue ampliando a representantes de otras iglesias.
Lo ecuménico se percibía en lo que se hacía y no en alguna representatividad. Claro, este concepto se puede criticar como elitesco. Pienso, sin embargo, que el desarrollo positivo de las cosas nos daba la razón. Así que, la organización se ha mantenido pequeña, independiente y flexible.
También buscábamos un cierto grado de independencia en el área financiera. Acción Ecuménica no es la rama venezolana de una organización extranjera o internacional. Siempre contábamos con el apoyo para los proyectos de una variedad de agencias donantes. Una característica especial dentro del contexto latinoamericano es el hecho que Acción Ecuménica también fue apoyada por organismos católicos oficiales. Por lo general, los montos financieros eran relativamente modestos. Pero, en suma, gracias a Dios, todo se tradujo en una financiación satisfactoria de todas las tareas. Una nota al margen: En muchos países del mundo se puede observar que a los gobiernos autoritarios no les gusta que las ONG reciban dinero del exterior. Eso es fácil de entender.
La revista Presencia Ecuménica ya casi llega a los 30 años también. Entendemos que esta revista tiene mucho que ver con usted ¿cómo nace esta publicación y cuál es su importancia para el contexto venezolano?
En 1985, luego de que la organización se estabilizó y las áreas de trabajo comenzaron a funcionar, publiqué la primera edición de Presencia Ecuménica junto con mi colega Manuel Larreal. Yo era el editor y Manuel el director. Todo fue una apuesta. Estábamos conscientes de que en muchos casos revistas editadas por grupos ecuménicos no pasaron de los tres primeros números. Entonces nos alegrábamos de que Presencia Ecuménica encontraba un eco tan enorme y positivo. Naturalmente, en nuestras páginas se reflejaba lo que se hizo en Acción Ecuménica. Pero más allá de esto, consideramos Presencia Ecuménica como un foro venezolano y latinoamericano. Entendíamos el ecumenismo tanto como una tarea eclesial como un movimiento de base. Queríamos poner en contacto a personas en Venezuela y el exterior que estaban comprometidas con la paz y la justicia del pueblo y brindarles información y reflexión. Continuamente hemos informado sobre importantes encuentros eclesiales y ecuménicos y publicado los documentos respectivos. A medida que crecía la popularidad y la aceptación de nuestra revista, más y más autores, algunos de los cuales eran realmente destacados, aceptaron trabajar con nosotros. Fue un proceso muy satisfactorio y realmente disfruté ser parte de él. Estuve constantemente en contacto con gente muy interesante y pude aprender mucho.
La circulación de Presencia Ecuménica creció constantemente. Algún día llegábamos a contar con varios cientos de convenios de canje con publicaciones en todo el mundo. Solo por eso, nuestro Centro de Documentación siempre era muy actualizado. La distribución en Venezuela de Presencia Ecuménica ha sido difícil. La gente no estaba acostumbrada a suscribirse a una publicación periódica. Así que hemos vendido nuestra revista en librerías, la hemos divulgado en reuniones y repartido a iglesias y grupos relacionados en lotes acordados. Teníamos nuestros propios ingresos, pero estábamos lejos de autofinanciarnos. Esto no ha cambiado desde que me fui.
En cuanto al contenido de la revista, no existía una “línea oficial”, más bien se cultivaba una pluralidad. Nuestros amigos católicos en particular apreciaron el hecho de que había un medio serio que podía operar completamente libre de interferencias jerárquicas. Sería más que deseable que Presencia pudiera aparecer de nuevo.
Es notorio, cuando estuvo en Acción Ecuménica, los grandes esfuerzos que Ud. realizó por el movimiento ecuménico latinoamericano particularmente en Venezuela. ¿Qué ha cambiado en el mundo religioso desde esa época si se compara con la actual de acuerdo a su percepción?
Seguramente haya algunos desarrollos nuevos. Creo que se ha mantenido en América Latina la lamentable distancia entre las iglesias de orientación ecuménica y las conservadoras y fundamentalistas. Sin embargo, he oído que afortunadamente, siempre hay excepciones e intentos de acercamiento. En mi tiempo he sido muy solidario con el Consejo Latinoamericano de Iglesias. Hasta el día de hoy, tengo contacto con el Rev. Felipe Adolf, por muchos años representante del mismo. Desgraciadamente, el CLAI prácticamente ha desaparecido. No puedo juzgar las razones de esto desde aquí.
En general, la Iglesia Católica ha encontrado aguas más tranquilas. El gran conflicto sobre la teología de la liberación ha terminado. Por la sencilla razón de que ella ya no existe en la forma antigua. Aquí los Papas Juan Pablo II y Benedicto XVI. obtuvieron un gran éxito con sus maniobras. Sin embargo, hay tiernas tendencias liberales y cierta disidencia ideológica en los dos grandes bloques, el católico-tradicional y el evangélico- fundamentalista. Así podemos seguir esperando.
Usted estuvo en la institución por más de 10 años y en ese tiempo tuvo la oportunidad de relacionarse con mucha gente del mundo ecuménico y además desarrollar diversos proyectos ¿Podría compartir una anécdota o experiencia que aun esté grabada en su memoria de su trabajo en Acción Ecuménica?
Eran trece años, para ser exactos, que trabajé en Acción Ecuménica, desde 1981 hasta inicios del 1994, los últimos once años desempeñando el cargo del Coordinador General.
Por supuesto, he experimentado muchas situaciones notables, tanto buenas como no tan buenas. Una vivencia extraordinaria fue sin duda el encuentro con el Papa Juan Pablo II durante su visita a Venezuela en 1985. La audiencia ecuménica tuvo lugar en el antiguo seminario de Santa Rosa de Lima. Dado que los evangélicos declinaron la invitación, éramos un grupo relativamente pequeño de representantes del judaísmo y del protestantismo. El entonces rabino líder abrió la reunión con un saludo del Papa y trató de darle al evento el carácter de un encuentro judío-católico y enfatizó vigorosamente los intereses del Estado de Israel. Juan Pablo II le respondió breve y cortésmente, en español sin manuscrito alguno. Luego dirigió sus palabras a todo el grupo y expresó extensa y calurosamente su gran compromiso con la convergencia ecuménica. Luego hizo las rondas y hablo personalmente con cada uno de los participantes. Cuando llegó a mí me dijo: «Parece que usted no es venezolano.» Luego presenté mi persona y mi trabajo en Acción Ecuménica en algunas frases. El Papa escuchó con interés y luego me deseó todo lo mejor en un alemán fluido. Y me preguntó si había oído que el había asistido recientemente a la Iglesia Luterana en Roma. Después de despedirse de mí, caminó en sus pantuflas rojas para dirigirse a mi vecino. Me quedé bien impresionado.
Este tipo de entrevistas por lo general resaltan los aportes de las instituciones que están de aniversario y eso está bien, pero nos gustaría también escuchar de su parte ¿en qué cree que nos hemos equivocado? O mejor dicho ¿Qué cosas se han podido hacer diferente o mejor? En otras palabras, ¿qué deberíamos mejorar para los próximos años que están por venir?
Es difícil opinar desde lejos. Mantener la organización pequeña es sin duda un buen consejo. Manejar la institución de manera absolutamente correcta, transparencia también en materia económica, enfatizando los mecanismos de control. Es importante darse cuenta de los cambios. Lo que era apropiado ayer puede no serlo hoy o mañana. Durante mis visitas noté que Venezuela ha cambiado mucho. En sentido positivo y negativo. Mucha gente se ha ido. En mi opinión, es importante en una sociedad dividida como la venezolana, reconocer que hay personas valiosas y con buenas intenciones en ambos lados.
Cuando se está ya residenciado en Alemania y vienen a su memoria esa época de cuando usted estaba como Coordinador General de AECU ¿qué tipo de sentimientos, emociones o recuerdos se avivan en su memoria? ¿Qué es lo que más extraña de esa época?
A menudo pienso en mi tiempo en Venezuela. Las amistades, los compañeros de trabajo, la gente en general. Añoro estos años. Todavía era joven y estaba lleno de energía. Me gustaba mucho la alegre manera de ser de la gente, la chispa criolla, las fiestas, la capacidad de improvisación y por último, pero no menos importante, la Cuba Libre, mi trago preferido. No sabe tan bien en Alemania, hay que disfrutarlo en los trópicos.
Por supuesto que no he olvidado las contradicciones sociales agudas y la pobreza de gran parte del pueblo, las tensiones políticas, ya que todo esto era y es el contexto del trabajo de Acción Ecuménica. A través de las relaciones ecuménicas he llegado a conocer y apreciar muchos estilos diferentes de piedad. No conocía antes el movimiento pentecostal que realmente me impactó. Nuestro hijo Benjamín nació en Caracas y así obtuvo el pasaporte venezolano. En teoría, podría llegar a ser presidente…
Ya para concluir, ¿cuáles son sus palabras cuando AECU se encamina hacia sus 50 aniversario? ¿Qué le gustaría compartir con todo el equipo de la institución?
Mi primer deseo es – por supuesto – que Ustedes celebren una gran fiesta. Me parece un gran éxito que Acción Ecuménica siga existiendo. Por sobrevivir 47 años en estas circunstancias, que han sido inestables en todos los sentidos, es bienvenido enviar un gran agradecimiento al cielo. Pero no es solo la simple supervivencia lo que podemos celebrar. El Centro de La Pastora y los trabajos en las distintas áreas han seguido desarrollándose y tienen buenas perspectivas de futuro. El compromiso ecuménico en la sociedad civil será al menos tan necesario en el futuro como lo ha sido durante las últimas cuatro décadas y media. ¡Tengan siempre una antena para con las necesidades reales! Deseo a todo el equipo de trabajo un buen espíritu de cooperación y ricas bendiciones. Y le deseo a Acción Ecuménica muchos amigos y simpatizantes en Venezuela, América Latina y más allá.
Gracias, Jochen, por tu tiempo y dedicación al compartir con los lectores de la Revista Presencia Ecuménica sus comentarios y reflexiones